lunes, 24 de junio de 2013

Siete años en el DiabeTibet


Este viaje del que hoy escribo, es sin retorno e inicio hace 7 años, es un viaje no planeado, no deseado y cuyo inicio fue inesperado, angustiante, terrible y  fue sin saberlo en ese momento, el inicio de un proceso de aprendizaje.

A lo largo de este viaje mis distintos Lamas me han mostrado lo diferente que puede ser la vida dependiendo los ojos con los que se le mire, no por ello las diferentes situaciones dejan de ser complicadas, simples, tontas o absurdas, pero al menos el poder ver desde otra perspectiva te hace apreciar y valorar lo poco o mucho que tienes así como también te ayuda a entender que todas y cada una de las personas que se cruzan en tu camino e interactúan contigo te dejan una enseñanza si tu así lo quieres ver.

Los distintos Lamas con los que he interactuado también me han enseñado que cada aprendizaje o cada lección no tienen el mismo beneficio o provecho si se toman de manera aislada, este proceso de aprendizaje con cada Lama, al final del día es como cuando entrenas para un maratón, es decir, por un lado sabes que necesitas hacer series de velocidad, ejercicios de fuerza, trabajar distancias y ascender cuestas, la suma de todo ello te llevará a lograr el objetivo, una sola de estas actividades aisladas ni de chiste te harían correr un maratón.

Y yo pues estoy inmerso en el Maratón de mi vida, de tal manera que me esfuerzo por entrenar de todas las diversas maneras posibles para entender y aprender, no siempre es fácil pero estando dispuesto, se logra. Desde luego, algunas lecciones “duelen” porque cuando por fin les entiendes te das cuenta que has cometido algún error y cuesta trabajo aceptar justo eso, el error y entonces el orgullo queda ligeramente magullado. Pero nada a lo que no se pueda sobrevivir.

No hay un orden específico de aprendizaje, pues cada Lama esta siempre presente y cada uno de ellos ofrece su lección justo cuando más lo necesitas, aunque a veces esto no salte a la vista, pero es así. Mis Lamas son:

BodyLama: O mi maestro del cuidado del cuerpo. El cual me ha enseñado que el único vehículo disponible para lograr, en este mundo material, sueños y planes así como cumplir con metas y objetivos es el cuerpo, por eso debe ser un santuario y un templo al que he ido aprendiendo a respetar todo el tiempo.

Nadie va a comer, a beber o se va a ejercitar por mí, solo Yo y nadie más que Yo, es el responsable de lo que introduzco a mi cuerpo y de cómo lo aprovecho.

Nuestro organismo es maravilloso y sabe auto regularse así como auto protegerse, pero ello no es motivo para abusar, en lugar de ello he aprendido a escucharle y ante la mínima señal de que algo no va bien y aunque las ansias me ganen, he tenido que hacer simples pero sanadoras pausas, analizar y entender que es lo que genero la señal de alerta y prevenirlo para futuras ocasiones

Existen los profesionales de la salud, confío en ellos y lo único que procuro mantener en todo momento es una relación abierta de absoluta confianza, yo no me guardo ningún síntoma pero él no se tiene que guardar ninguna explicación y agotará hasta el ultimo recurso para ayudarme a preservar mi cuerpo, así de simple.

SoulLama: O mi maestro del “alma”. El cual me ha mostrado que no solo soy carne, huesos e ideas, hay algo más y es esa esencia que no se ve y que por no estar atento, pocas veces se siente.

Es difícil explicar con palabras esta esencia, pero te puedo asegurar que existe y es la que me ha permitido en todo momento ser más sensible a situaciones propias y de extraños, así como entender mi complemento en este universo y saber que soy parte de un todo infinitamente inimaginable a la razón lógica y humana, pero perfectamente alcanzable para eso, para mi alma.

Gracias a este Lama, encontré y además, ahora sé vivir mi espiritualidad, respetando por sobre todas las cosas la de los demás.

MindLama: O mi maestro de la mente. El cual siempre me da la posibilidad de analizar y pensar, usar ambos hemisferios de mi cerebro, pero sobre todo de saber que muchas de las respuestas se encuentran en nosotros mismos, porque así “como somos lo que comemos”, también “somos lo que vivimos y aprendemos”, el conocimiento ahí esta, existe, así que trato de usarlo de la menor manera posible.

En esta condición de vida que ahora cuido y controlo de siete años a la fecha, este Lama me ha hecho entender que no hay lugar para las dudas así como para obviar o ignorar lo que sea que se presente, por lo tanto todo el tiempo trato de estar informado, actualizado y me rodeo de los que saben y además comparten su conocimiento.

De igual manera, este Lama me ha enseñado a retribuir con “la misma moneda” lo aprendido a otros, porque el conocimiento que no se comparte, es como el agua estancada, no se llega a ningún lado y además se pudre.

La mejor enseñanza hasta el momento de este Lama es que no hay verdades absolutas, cada cual tiene su pedazo de la misma.

NatureLama: O mi maestro del carácter. El cual me ha enseñado por sobre todas las cosas ser fiel a mí mismo, a mis convicciones, a mis ideas, respetándome pero respetando a los otros.

Me ha enseñado a emitir opiniones única y exclusivamente cuando estas son requeridas y muy importante, a no juzgar a nadie pues no soy autoridad para hacerlo, mucho más si “no he andado tu camino con tus zapatos”.

El poder de esté Lama radica en que también me enseño a usar dos simples letras que si no las aprendes a utilizar de manera efectiva y sobre todo a tiempo,  puedes llegar a comprometer todo tu ser, esas letras forman el monosílabo: NO.

RunningLama: O mi maestro Universal. Quien esta presente en casi todos los días de mi vida y me ayuda a mantener un equilibrio con las enseñanzas de todos y cada uno de mis anteriores Lamas.

Me ayuda a: entender, divagar, pensar, analizar, disfrutar, sonreír, llorar, gozar, sentir, negar, afirmar, aceptar, investigar, aprender, respirar, esforzar; en pocas palabras me ayuda de una manera simple y terrenal a aceptar mi vida tal y como es.

Me ayuda a retarme día con día, a saber que puedo perder una o mil batallas, pero a jamás abandonar la guerra porque siempre existe la esperanza de salir victorioso y gracias a ello es que cuando en alguna competencia, el cansancio llega a mi cuerpo, siempre me pregunto: ¿En verdad ya no puedo dar un paso más?, la respuesta es que al día de hoy, siempre nos hemos visto en la meta.

Me devolvió o mejor dicho, despertó mi espíritu competitivo que un día alguien durmió con unas simples palabras, porque yo así lo permití. Gracias a este Lama hoy sé que puedo librar la más feroz de las batallas sin dar ni pedir cuartel.

Este viaje algún día tendrá un destino final, totalmente desconocido, pero es mi deseo que cuando ese momento llegue y sea hora de abandonar este vehículo llamado cuerpo, al mirar atrás pueda yo decir “que bien lo pase”. Mientras ese momento llega, me voy a mantener alerta a las enseñanzas de mis Lamas o incluso, a la llegada de nuevos Lamas, porque este proceso de aprender jamás termina, también seguiré manteniendo la única promesa que hice hace siete años, la de cuidarme siempre y en todo momento.

Aquí en el DiabeTibet: “¡Nos vemos donde siempre... En La Meta!”

Gracias por leer, con afecto,
Edgar.